sábado, 16 de junio de 2012

Como cada día parto de la estación hacia la calle Alvarado con lo único que puedo llevar encima: una pequeña bolsa y una vieja manta.
Las calles de Madrid son frías y mas en Enero, lo mas triste es que nadie se percata de mi existencia y menos de que voy casi desnudo con este frió. Continuo caminando perdido por todo el centro, sin rumbo y sin saber donde ir, esperando encontrar amparo en algún lugar del viejo Madrid. Procuro no pasar cerca de ninguna confitería, el olor que desprende me es insoportable. Y aunque quisiera poder descansar y comer algo, no puedo porque no tengo nada de dinero y lo único que me puedo permitir es un poco de pan duro.

Busco la mirada de los que se atreven a hacer lo con recelo, pero solo ven mis trapos sucios y harapientos y no mis ojos. Quisiera que me conocieran. Que hablasen conmigo y supieran algo de mi vida. Pero se que les doy miedo, aunque ellos creen que es pena. Ignoran que en realidad soy igual que ellos, que sufro igual, y que un día ame y odie de la misma manera que ellos lo han hecho.Me parece muy triste que lo único que me una con toda esta gente sean estas frías calles.

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